Cristina Banegas, figura emblemática del cine y teatro argentino, abre su corazón en una serie de revelaciones impactantes. Desde su debut cinematográfico marcado por la prohibición y la maternidad temprana, hasta el dolor persistente por la pérdida de su hija Valentina, Banegas comparte experiencias que definieron su vida y carrera.
Un Comienzo Cinematográfico Duro
En una entrevista íntima, Cristina Banegas recordó sus inicios en el cine, un debut truncado por la censura política. A los 18 años, embarazada de siete meses, protagonizó una película de época ambientada en 1912. Sin embargo, el filme fue prohibido tras el golpe de Onganía, dejando su primera experiencia cinematográfica inconclusa. La necesidad de ocultar su embarazo durante el rodaje generó situaciones insólitas, marcando un comienzo “duro” en su trayectoria.
El Dolor Incurable de la Pérdida
Banegas se sinceró sobre el duelo por la pérdida de su hija Valentina, quien falleció en 2022. Conmovedora, la actriz afirmó que “hay duelos que no terminan, que llevan toda la vida”. Reconoció que la pérdida de Valentina trajo consigo el recuerdo de otros seres queridos, resaltando la importancia de mantenerlos presentes y seguir adelante. Sus nietos, Sofi y Martín, son un pilar fundamental en su vida, brindándole compañía y alegría.
Yiya Murano: Un Nuevo Proyecto en la Televisión
Cristina Banegas también forma parte del elenco de la nueva serie de Flow que explora la vida de Yiya Murano, la famosa envenenadora argentina. La serie promete adentrarse en los oscuros secretos y motivaciones de esta figura infame, reviviendo uno de los casos criminales más impactantes de Argentina. La trama se centra en la vida de Murano, una mujer obsesionada con el lujo que recurrió al envenenamiento para saldar sus deudas. A finales de los años setenta, Murano envenenó a sus amigas con cianuro, perpetrando crímenes bajo la apariencia de reuniones sociales.
Reflexiones sobre su Trabajo
Al revisar material de archivo, Banegas confesó que no le gusta verse en pantalla, siendo muy crítica con su propio trabajo. Sin embargo, esta exigencia artística la impulsa a buscar siempre algo más, a corregir y articular mejor su interpretación. Para ella, la obra nunca está cerrada, siempre está en constante evolución.